Si lo que buscas en este artículo es una fórmula mágica y magistral donde, con tan solo cuatro minutos de lectura, encuentres una manera infalible de dar con tu trabajo perfecto, te aconsejo que dejes de leer en cuanto termines esta entradilla…
Bien, veo que sigues adelante. Ahora que coincidimos en que no hay fórmula magistral que garantice que vayas a acertar en tu elección de trabajo, permíteme compartir algo más contigo. Déjame decirte que no hay trabajo bueno… ni tampoco malo . Igual que no hay fórmulas únicas y magistrales para todos, tampoco los trabajos son, en sí mismos, buenos o malos. ¿Qué o quién los hace buenos o malos? Fundamentalmente tú mismo. Lo que es bueno para una persona puede no ser bueno para ti. E incluso lo que hoy consideras bueno para ti, puede que mañana deje de serlo.
Las ofertas de trabajo demandan de los aspirantes conocimientos funcionales, experiencia laboral y la adecuada dosis de competencias ‘blandas’ de moda. A su vez, tientan a los candidatos con una mezcla de remuneración, beneficios sociales, flexibilidad en la forma de trabajar y posibilidades de carrera. Esta mixtura entre lo que se exige y lo que se ofrece es algo estandarizado que se repite en casi todas las ofertas de trabajo, por lo que no te va a proporcionar información relevante para tomar una decisión adecuada. No te engañes , nunca vas a tener una panorámica suficientemente completa de la organización como para fundamentar tu decisión tan solo con lo que ves en los primeros contactos . Exactamente igual le ocurre a quien contrata, que no va a poder disponer de la información suficiente como para tener muchas certezas respecto a si acertará con uno u otro candidato.
Has de ser consciente de que, igual que tú callas y dices lo que consideras oportuno, la otra parte hace lo mismo. La relevancia de la información que ambas partes obtenéis es muy limitada, por más test y pruebas de aptitud y actitud que se diseñen y ejecuten desde las empresas, y por mucho que tú te esmeres en realizarlas lo mejor que puedas.
¿Cuál es el error principal que puedes cometer cuando eres candidato con posibilidades en un proceso de selección? Precisamente el focalizarte en exceso en esa información sesgada y corta que te ofrece la empresa a la que optas y olvidarte, en cambio, de la fuente más completa, fiable y necesaria de información de la que dispones, que es la de ti mismo. Ninguna empresa será buena para ti, ni tampoco mala, si previamente no te has examinado a ti mismo , no has llegado a un autoconocimiento que te permita, posteriormente, contextualizar esa información exterior que recibes y darle el sentido que requieres para tomar la decisión más adecuada y mejor para ti.
Sin ese conocimiento propio, tomarás decisiones no por tus verdaderas necesidades, sino por las que te sean marcadas desde afuera, por las que en ese momento sean tendencia o por las que la propia empresa que te desee contratar ponga en valor. Por eso, las claves para acertar no las vas a hallar en la información que te proporcione la empresa, por mucho que sigas los consejos sobre lo que has de tener y no tener en cuenta. Las claves se encuentran en ti mismo, y solo después de tener claras dichas claves, podrás analizar en qué procesos de selección participar, qué información valorar, que cosas deberás exigir a la empresa y en qué cuestiones podrás transigir.
Una vez que ya eres consciente de que has de cambiar tu mirada, y comenzar por enfocar primeramente la atención en ti y no en la empresa y la candidatura a la que aspiras , existen 6 aspectos a los que debes aportar claridad en tu interior puesto que, si no lo haces, todo trabajo será, a la larga, poco satisfactorio para ti. Si fijas bien estas 6 claves, ellas serán la referencia con la que, ahora sí, examinarás las ofertas y detectarás con facilidad la información que es realmente útil para tu decisión. Esas 6 claves son:
· Propósito de vida. Te sorprendería descubrir la cantidad de personas que viven sin un propósito de vida construido por ellas mismas, sin una respuesta al ‘para qué’ viven. Sin ese propósito es imposible encontrar un sentido a lo que haces y, por supuesto, fijar bien las expectativas y lo que deseas de un puesto de trabajo . Solo con el propósito puedes dar contexto a todo aquello que haces, incluido el trabajo, encajarlo en tu particular narrativa y conseguir que ese trabajo que vayas a escoger contribuya a lograr dicho propósito. Sin él, todo trabajo será inconveniente para ti.
· Temperamento. Todos tenemos una predisposición innata a interactuar con el entorno, con las personas y con las cosas. Desconocer cuál es tu predisposición natural puede llevarte a aceptar trabajos en los que luego se produzcan fricciones en su desempeño y afecten a tu bienestar. Tu temperamento influye en tu forma de pensar, sentir, hacer y relacionarte. El temperamento y tu predisposición natural marcan un terreno en el que algunos trabajos son desaconsejables y otros son especialmente indicados. Descubrir tu temperamento es fundamental para tomar una decisión adecuada para ti.
· Valores. Los valores responden a lo que es importante para ti. Son tu brújula y tu guía, tu orientación a la hora de tomar decisiones. Ellos te proveen de criterio para elegir uno u otro camino . Los valores los eliges tú y han de estar alineados con tu propósito y tu temperamento . Has de jerarquizarlos, decidir cuáles son los que deseas que imperen dependiendo de tu propósito, y renegociar contigo mismo los valores que descubras que tienes instalados desde hace tiempo y que ahora no te sirven.
· Motivaciones. ¿Qué es lo que te lleva a moverte? ¿Cuáles son las causas y razones por las que te pones en acción? Sin haber clarificado tus razones y causas para ponerte en marcha, será muy difícil que halles un trabajo en el que lo que hagas te motive y que te proporcione razones para impulsarte con fuerza y ganas.
· Creencias. Son una causa subconsciente que puede llevarte a seleccionar un trabajo no en función de tu propósito, sino de una idea preconcebida que esté instalada en tu interior. Las creencias son una respuesta inmediata y no consciente que te ahorran el esfuerzo de tener que reflexionar todas y cada una de tus decisiones. Responden a la fórmula “Si sucede esto… será esto otro”. Si esa creencia que, antaño te protegió de algo, hoy te limita, has de desactivarla porque te conducirá a elegir un empleo por una creencia que ahora puede que choque contra tu propósito.
· Balance de dimensiones vitales. Dado que el trabajo se ha convertido en la centralidad en nuestras vidas, ocupa buena parte de nuestro día a día. Esto hace que, a menudo, problemas que tenemos en otros ámbitos los achaquemos a nuestros trabajos. Tener un mapa claro de metas y de la distancia a la que estamos respecto a su consecución en las dimensiones vitales básicas te ayudará a saber lo que debes y no debes esperar de un trabajo, y los límites del mismo a la hora de aportarte felicidad. Por eso has de balancear 10 dimensiones vitales: Bienestar físico / Familia / Relaciones sentimentales / Relaciones sociales / Desarrollo intelectual / Trabajo / Economía-finanzas personales / Ocio / Contribución social / Trascendencia. Cuando lo hagas, te sorprenderá descubrir que muchas de las cosas que demandabas a los trabajos pretenden cubrir huecos y faltas en otras dimensiones.
Finalmente, no olvides reevaluar estas 6 claves cada cierto tiempo, porque tus acciones y tus circunstancias van modificando tus prioridades.
Cambiar esta mirada hacia el interior a la hora de buscar un trabajo no garantiza que siempre aciertes al cien por cien, pero sí te asegura el saber dónde aciertas y dónde no, así como las razones de ello, y te proporciona criterios claros para valorar las opciones disponibles y tomar la decisión que más te convenga en el momento en el que te encuentres.
Artículo escrito por Óscar Fajardo, socio director de El Factor Persona