Grábatelo a fuego. Te van a rechazar mucho más de lo que te van a aceptar. Es curioso comprobar lo poco acostumbrados que estamos al NO y al rechazo cuando es lo que recibimos con más frecuencia. Siempre vas a tener más ideas de las que serán aceptadas. Siempre vas a desear más cosas de las que podrás obtener. Siempre vas a optar a muchas más ofertas de empleo de las que finalmente saldrás con un contrato.
Imagina, por un momento, un mundo donde no existiera el rechazo, donde no recibieras jamás un NO. ¿Qué sucedería si todas tus ocurrencias y tus impulsos recibieran un sí por respuesta? Caerías en la angustia más absoluta, puesto que no dispondrías ni del tiempo ni de las posibilidades para llevar a cabo todo aquello que piensas y deseas. La vida sin rechazo alguno te conduciría a una toma de decisiones constante que te dejaría exhausto. Necesitas, necesitamos el rechazo y el NO para vivir.
Y sí, el rechazo duele, claro que duele. Cuando te presentas a esa oferta de trabajo en la que piensas que encajas, cuando superas fases en el proceso de selección, inevitablemente tus expectativas difusas van tomando forma y, alrededor de esa esperanza de empleo, creas una visión de futuro en la que te ves en mucho mejor situación de la que estás. Entonces, recibir un NO, ser rechazado, resulta un golpe duro de asumir porque, de un plumazo, se deshace ese futuro imaginario que te parecía tan posible, tan atractivo y tan próximo.
Así que, de entrada, ten claro que no eres un extraterrestre ni te pasa solo a ti. Todos, absolutamente todos, recibimos más noes que síes, más rechazo que aceptación. Todos, absolutamente todos, sentimos el dolor de ese rechazo. Nadie, absolutamente nadie, ni los más poderosos, se libran de ello, porque la vida es rechazo y aceptación en desiguales proporciones.
Siendo así que el rechazo es más habitual que la aceptación, que el NO es más frecuente que el sí, sería un auténtico desperdicio no aprovechar esos rechazos como fuente para hacerte más fuerte y no más débil.
No hay fórmulas mágicas para esto (en realidad para nada), pero sí puedes practicar una serie de actitudes que te permitirán ver el rechazo y el NO desde otra perspectiva para que te robustezcan y no te debiliten.
· ¡Asúmelo! No eres especial, ni raro, ni diferente. Lo serás en muchas cosas, pero no en el rechazo. Como has leído antes, has de grabarte a fuego que todos somos rechazados, que lo somos en más cantidad de lo que somos aceptados, y que eso duele. No has sido el único excelentemente preparado al que no han admitido en el empleo deseado. Otros muchos han quedado fuera del puesto. Esa es la realidad. No se trata de consolarte con el rechazo de otros, pero es la mejor manera de no caer en la trampa de la personalización, de llevarte ese rechazo al plano de la valía personal, lo que nos conduce al segundo punto.
· No confundas rechazo con fracaso. ¡Cuidado! Las causas de los rechazos son infinitas. El rechazo tiene que ver, la mayoría de las veces, con circunstancias que no poseen relación directa con tu posibilidad de influir por lo que, si no puedes influir, no puedes considerarlo un fracaso. El rechazo no pone en duda tu valía porque se produce, en su mayor parte, por cuestiones que escapan de tu control. En el fracaso, aunque muchas cosas también puede que no estén bajo tu control, siempre hay algo que podías o debías haber hecho de otra manera. Ser rechazado cien veces en cien ofertas de trabajo no es un fracaso en absoluto, no pone en duda tu valía porque hay millones de circunstancias, que no conoces y en las que no influyes, que han provocado ese rechazo. Desde un traspapele administrativo a un mal día del empleador, pasando por una recomendación, un cambio de estrategia empresarial o un problema presupuestario. Nada de eso está en tu incumbencia, pero marca la respuesta que recibes. ¿Y qué tiene eso que ver con tu formación, tu experiencia o tus habilidades? No, el rechazo no es fracaso.
El valor del sí es infinitamente mayor que el del NO, por eso aparece menos veces pero, cuando surge, hace olvidar todas las negativas y rechazos.
· Un sí vale mil noes. No hay paridad entre el sí y el NO. Como en el mundo de las cotizaciones, donde unas monedas valen más que otras, el valor del sí es infinitamente mayor que el del NO, por eso aparece menos veces pero, cuando surge, hace olvidar todas las negativas y rechazos. Por eso es fundamental que no esperes recibir un mismo número de síes que de noes. Créeme. He publicado tres libros, y en ese proceso recibí tan solo seis síes frente a más de trescientos noes de distintas editoriales. Sin embargo, esos síes han tenido un valor infinitamente superior a esa colección de noes, y han dado como resultado esos libros publicados. Fíjate en la cualidad de los pocos síes que obtendrás, no en la cantidad de noes que recibirás.
· No te acostumbres. Una cosa es aceptar y otra resignarse ante el rechazo. Que sea algo común que le acontece a todo el mundo, y que recibas más noes que síes no debe llevarte a que te acostumbres y resignes a ello. Debes sentir el dolor porque sentirlo te libera y recarga para la siguiente intentona. No hay peor estrategia ante el rechazo que la resignación, porque eso te conduce a la pasividad y al inmovilismo primero, y a la crisis de estima y a la desconfianza en ti mismo después.
· Prepara tu mochila particular. En este viaje de la vida donde el rechazo es común, es importante poseer una mochila en la que tengas bien definidos tu propósito, que es quien dibuja una idea de destino clara a la que tender, tus valores, que son los que fijan lo que es importante para ti y te proporcionan criterio, y tus motivaciones, que representan las razones que te mueven. Son estos tres ejes los que te permitirán contextualizar ese NO y ese rechazo, darle un sentido y convertirlo en un propulsor para tu fin. Solo con una buena visión de futuro, con un destino definido por el que vivir, podrás proporcionarte la narrativa adecuada para todos esos rechazos, crear tu propia historia que te fortalezca y haga más robusto.
Es seguro que habrá más personas a las que no les gustará este artículo que a las que les gustará, es seguro que tendrá más rechazo que aceptación… Lo asumo, no es un fracaso, un sí vale más que mil noes para mí. ¿Lo acepto? ¿Me resigno? En absoluto, insistiré, escribiré más y mejor para conseguir algún sí más, porque tengo claro lo que soy, a dónde me dirijo, lo que es importante para mí y lo que me mueve. Y espero que tú también.
Artículo escrito por Óscar Fajardo, socio fundador El Factor Persona