Me pregunto si sería injusto decir que casi todos los mentores, coachs y expertos para reorientar carreras profesionales pecan de algo que Bukowski describió magistralmente al hilo de sus lecturas de Albert Camus: “Daba la impresión de hablar del sufrimiento después de cenarse un buen filete”.
Quizá sí, teniendo en cuenta que los relacionados con el empleo son la rama del sector servicios que ha registrado la mayor caída de en su índice de ocupación en 2020, después de los alojamientos. Y aun así muchos de ellos mantienen la misma retórica previa a la pandemia, con mensajes básicos, machacones y simplistas.
Por no decir condescendientes cuando hablamos del colectivo de mayores de 45 años.
Y no se ve que es un problema que va mucho más allá de actitudes y zonas de confort, que es un riesgo que amenaza a toda la sociedad, con independencia de su edad.
Porque gracias a nuestra receta de precariedad para los menores de 25 y prejubilaciones para los seniors hemos logrado el difícil récord de ser el país europeo con la mayor tasa de paro juvenil, mientras más de la mitad de los desempleados registrados en los servicios públicos de empleo son mayores de 45 años.
Esto, en términos macroeconómicos, es un suicidio. Y no, no es una situación provocada por la pandemia. Lleva siendo así demasiado tiempo.
En esta coyuntura, ¿tiene sentido decirle a una persona sin empleo que la culpa es suya por no adaptarse à la transformación de su empresa? Porque es lo que la mayoría de ellos leen en el enésimo artículo o post cazalikes hablando de ‘reciclaje profesional’.
Un dato para ponernos en contexto: según los datos de la Encuesta de Población Activa, más del 80% de los trabajadores mayores de 45 años que reciben formación lo hacen para progresar en su puesto de trabajo actual. Los menores de 25 son un 36,4%.
Con esto en mente, nunca se me ocurriría decirle a un profesional senior que la culpa es suya si toda su experiencia, conocimiento y esfuerzo por seguir actualizando dicho conocimiento es despreciado por meros criterios económicos. Criterios que una falta de análisis realista convierten en unos prejuicios cada vez más generalizados incluso entre economistas y expertos del mercado laboral.
Pero lo que sí le diría es que tiene la responsabilidad de no abandonarse al papel de víctima pasiva de esta situación. Que es algo muy diferente.
Aquí va otro dato, también de la EPA: los ocupados que se forman para un posible empleo futuro, distinto del actual, caen al 9,9% para los mayor es de 45 años y al 4,8% para los mayores de 55 años. Para los menores de 35 años supera el 40%.
El interés por cambiar de puesto de trabajo se desmorona a partir de cierta edad, cuando se combinan una ilusión de estabilidad y una serie de responsabilidades familiares que disuaden de lo que hace años se hubiera tildado de “aventura”. Muchos lo hacen todavía hoy, a pesar de que dos crisis casi consecutivas nos han demostrado que esa aventura será la realidad laboral del siglo XXI para el talento senior.
Pero para que esa realidad sea una oportunidad, para que el 9% de talento senior que se forma para abrirse a nuevas posibilidades alcance al 80% que lo hace para quedarse donde está –que es una ambición perfectamente digna y respetable– necesita que las administraciones y las empresas entiendan que ellos también tienen que reciclarse para afrontar este desafío.
Necesitamos avanzar hacia un sistema de formación más ágil, en el que participen más actores públicos y privados, que lime burocracias y avance hacia una verdadera formación continua, un lifelong learning eficaz para todas las personas que trabajan y emprenden en España..
Pero, sobre todo, un modelo que haga mucho atractivo para las empresas invertir en talento que prescindir de él a las primeras de cambio.
Parece muy fácil de decir, pero resulta infinitamente más irresponsable no ponerse a trabajar en serio en ello desde ya. Porque la realidad laboral que ha puesto de manifiesto la pandemia es que se nos ha agotado el tiempo a todos, no sólo a los senior.
Tribuna escrita por Javier Esteban, periodista e investigador especializado en el análisis de la política económica y de empleo.