En un mundo que se mueve a un ritmo vertiginoso, donde la incertidumbre a menudo se cierne sobre nuestras vidas profesionales, surge una historia inspiradora de reinvención y búsqueda de la felicidad. Este es el caso de Pablo Claver, finalista de los Premios +50 Emprende que, tras enfrentarse a los desafíos de una pandemia global, decidió estudiar psicología y explorar el mercado del Edutainment o entretenimiento educativo, con un objetivo claro: crear algo que, independientemente de la edad o el trasfondo, ofreciera entretenimiento y enseñanza para una vida más feliz.
La inspiración para este proyecto pionero le llegó desde el norte de Europa, específicamente del Museo de la Felicidad de Copenhague. La idea de que solo existiera un museo dedicado a la felicidad en el mundo fue el catalizador para una colaboración que combinara la esencia del museo danés con experiencias inmersivas diseñadas para enseñar y fomentar la felicidad. Así nació el Museo de la Felicidad, el primer museo experiencial de felicidad del mundo, donde la alegría y el aprendizaje se entrelazan para enriquecer la vida de los visitantes.
El Museo de la Felicidad de Madrid (MüF) cuenta con 600 m2 de risas y sonrisas donde experimentar a qué huele la felicidad y a qué sabe, a través de más de 20 experiencias inmersivas diseñadas para vivir momentos felices y aprender técnicas que nos ayuden a ser más felices. Este espacio que ha impactado en la felicidad de más de 45.000 personas, es una oportunidad de conocer con evidencias y rigor científico, lo que nos genera más felicidad a los seres humanos de una forma divertida, entretenida y 100% inmersiva.
El camino para materializar este sueño no estuvo exento de obstáculos. El principal desafío fue determinar si existía una demanda real para un museo tan innovador. A través de un test de demanda real, se confirmó el interés del público, lo que llevó a la construcción del museo y a la búsqueda de socios y aliados en el sector de la felicidad. Fueron casi dos años de esfuerzo y dedicación.
Contrario a lo que muchos podrían pensar, la edad no fue un impedimento para este emprendedor + 50. En realidad, este proyecto ha sido para Pablo una experiencia enriquecedora, llena de aprendizaje y diversión, apoyada por un equipo que comparte su misma visión y propósito. “No hay que ser un superhéroe para emprender”, afirma Pablo. La clave del éxito ha sido mantener una actitud positiva, visualizar resultados favorables y trabajar arduamente para alcanzarlos, siempre rodeado de personas que comparten el mismo entusiasmo y compromiso.
Para este emprendedor, ser finalista de los Premios +50 Emprende representa un honor y una confirmación del impacto positivo que el museo ha tenido en la vida de más de miles de personas. Es un reconocimiento que alimenta el sueño de continuar promoviendo la felicidad en el trabajo y en la vida cotidiana, y una muestra de gratitud hacia aquellos que han hecho posible estos premios.
Si quieres conocer más a fondo estos proyectos y al resto de finalistas te invitamos a asistir a la Gala final de la V edición de los Premios +50 Emprende. ¡Apúntate aquí!