En una encuesta que realizó la Organización Mundial de la Salud (OMS) a 83.034 personas en 57 países, resultó que 1 de cada 2 personas tienen actitudes moderadas o altamente edadistas . Y es que, en ocasiones, caemos en el edadismo de forma inconsciente. Para abordar este tema y aprender cómo desmontar las creencias limitantes y estereotipos asociados a la edad, organizamos una #FormaciónSAVIA con Macarena Martini, colaboradora de SAVIA y CEO y cofundadora de La Enredadera , espacio de crecimiento personal y profesional para particulares y empresas.
Macarena es, además, especialista en acompañamiento en procesos de duelo, desarrollo personal y profesional e imparte talleres y programas formativos relativos a tales materias, por lo que, a través de su experiencia, aprendimos durante la sesión la relación entre las creencias limitantes, el edadismo y las distorsiones cognitivas, que muchas veces suponen una barrera para el acceso a oportunidades laborales.
En relación con las creencias limitantes, en muchas ocasiones pensamos que creer algo es tener certeza de ello, pero la mayoría de las veces no se basa en algo cierto, si no en algo que nos han enseñado que debe ser así o que intuimos, por eso, es importante diferenciar este concepto de la convicción y de la certeza, nos explicaba Macarena.
Los seres humanos nos relacionamos y le damos sentido a nuestra experiencia vital con nuestras creencias, por lo que éstas nos condicionan en cómo pensamos y cómo actuamos. Pero ¿cómo adquirimos creencias limitantes y cómo influyen en cómo nos comportamos?
El origen puede ser externo (por la familia, profesores, amistades o la sociedad) o interno (por experiencias, convicciones, pensamientos e interpretaciones). Cuando tenemos una creencia, sentimos una emoción que deriva en un pensamiento y comportamiento determinado, originando un resultado. Nuestro cerebro, busca sensación de control y seguridad constantemente, por lo que nuestra memoria y atención se va a enfocar en indicios que confirmen nuestra creencia. Por ello, Macarena recomienda que, de forma consciente, tratemos de evaluar nuestras creencias y pensamientos.
Existen creencias que pueden reforzarse durante la búsqueda de empleo como “si no estoy haciendo cosas, estoy perdiendo el tiempo”, creencias que es importante cuestionarlas y rebatirlas, como en el caso de esta creencia, el descanso también sirve para que se pueda rendir mejor luego.
Así, Macarena nos explicaba, a través del ejemplo del “Efecto Bannister”, que es posible desafiar nuestras creencias limitantes y que, en muchas ocasiones, cuando alguien rompe una creencia establecida, puede suponer un cambio generalizado de conducta.
Con respecto al edadismo, se produce cuando utilizamos la edad para categorizar y dividir, provocando daños, injusticias y desventajas. Podemos encontrar tres dimensiones diferentes:
1. Estereotipo: hace referencia a lo que pensamos de las personas en función de su edad (fragilidad física, pérdida de capacidades cognitivas, dependencia económica, resistencia al cambio y homogeneidad). Sin embargo, debemos ser conscientes de que la edad no es determinante, si no que es uno de los múltiples factores que hay.
2. Prejuicio: lo que sentimos respecto a las personas a partir de cierta edad. Por ejemplo, considerándolas inútiles para la sociedad, incapaces de formarse o reciclarse o pensar que no tienen interés por desarrollarse personal- y profesionalmente.
3. Discriminación: cómo nos comportamos con las personas en función de su edad (exclusión laboral, acceso limitado a servicios de salud, no contar con ellas en eventos sociales o comunitarios, limitar el acceso a formación profesional, negación de servicios financieros solo por la edad, sin tener en cuenta la solvencia económica que pueda tener esa persona, etc).
Cuando tenemos creencias sobre nosotros mismos sin cuestionarlas, surge el concepto de autoesterotipia , produciendo en muchas ocasiones “el círculo vicioso de la profecía autocumplida”, es decir, al influir mis creencias sobre mí mismo en mis acciones, estas acciones impactan en las creencias acerca de mí que tienen otras personas, conduciéndoles a comportarse conmigo de una forma determinada y reforzando así las creencias sobre mí mismo.
Además, Macarena señala que también debemos tener en cuenta la indefensión aprendida , por ejemplo, “que la edad se perciba como principal barrera y no otras barreras que dependen en mayor medida de mí (formación, proactividad, etc) hace que tengamos la sensación de que haga lo que haga, no voy a poder modificar mi situación”.
Las distorsiones cognitivas son maneras erróneas de interpretar la realidad que aparecen a través de pensamientos automáticos. Sus principales características son:
Entre las distorsiones cognitivas más frecuentes, encontramos:
Recomendaciones para reducir o eliminar las creencias limitantes, el edadismo y las distorsiones cognitivas:
Una vez conocido en profundidad estos conceptos, Macarena realizó una serie de recomendaciones para que podamos gestionarlos:
1. Identificar las creencias limitantes: es importante detectar la creencia limitante y escribirla, para ayudarnos a cuestionarla y rebatirla.
2. Evitar reforzarlas: cuando nos encontremos con este tipo de pensamientos, es necesario observarlos y pararlos, para evitar caer en el bucle.
3. Cuestionar la creencia: trata de cambiar nuestro discurso y de reconducirlo.
4. No creer en todo lo que se piensa: tratar de no engancharse en pensamientos catastrofistas y prestar atención al concepto de la profecía autocumplida, indefensión aprendida y autoesterotipia.
5. Intentar vivir en el aquí y ahora: identificar en el presente lo que esté en nuestras manos para actuar y mejorar la situación y poder sentirnos mejor.
6. Pedir ayuda en caso necesario: tanto si es para recibir orientación laboral, como si es a nivel emocional porque sentimos que la situación nos sobrepasa.