Estamos ante una novela de realismo dramático en un entorno futurista. La parte futurista se enmarca dentro de un proyecto de desarrollo de un androide perfecto. El realismo dramático se produce al presentarse distintas barreras imposibles de prever, aunque normales en la vida. El protagonista es un prestigioso científico que lidera el proyecto de creación de los componentes necesarios para construir un androide. En secreto va aplicando los desarrollos de su proyecto para construir un clon suyo. Es una persona de éxito al que, de repente, se le diagnostica un cáncer. Ve en ello una oportunidad para usar a su androide y evitar a su entorno el sufrimiento con su enfermedad. Poco a poco va cayendo en un laberinto personal al que arrastra a su esposa. Ella, en paralelo, empieza a sufrir los efectos del alzheimer sin que su marido real sea consciente de ello. Se llega al punto más profundo del laberinto cuando él cae en un coma del que no despertará en unos años. Cuando esto sucede se da cuenta de que su mujer ha perdido la memoria y que su androide no ha sabido estar a la altura. Vuelve a usar la tecnología para tratar de recuperar el tiempo perdido, pero, finalmente, se conforma con lograr alguna sonrisa de su esposa y tener unos segundos de vuelta al pasado. La obra finaliza con reflexiones personales sobre su decisión y el uso hecho de la ciencia. Pese a su dramatismo, se intuye un halo de esperanza en el futuro gracias a las nuevas tecnologías.